domingo, 7 de marzo de 2010

Vida amniótica

No tengo anteojos. Tengo sin anteojos sólo un par de días. No ha sido tan duro, no.  Pensé que iba ser peor.
Siempre tengo dos pares, pero esta vez, dada la situación, decidí no comprar nuevas monturas, así que usé mis monturas viejas para los cristales nuevos. Mis monturas me lo agradecerán. Se sentirán rejuvenecidas.
¿No es eso como reencarnación, quizás? Nuevos cristales en una montura vieja…
Creo que es más bien lo contrario a la reencarnación. ¿Desencarnación? ¿Eso existe? Mi MS Word me dibujó una línea en zigzag, rojo sangre arterial, debajo de la palabra. Por lo visto Bill Gates no cree en la desencarnación. Ahí va. De nuevo la rayita…
Si fueran cristales viejos en montura vieja, sería una posesión, así tipo El Exorcista o Constantine.  Pero no, no es eso.
A ver: el alma vieja abandona el cuerpo de un anciano, y se mete el de un infante. Pero eso no puede ser. Se vería muy extraño un anciano que tuviera que usar pañales, hablara balbuceando, tuviera que tomar suplementos y alimentos especiales para su edad y ser vigilado constantemente para que no se meta en problemas.

Ok… Sí, ya lo vi. Me di cuenta.
¿Entonces es eso lo que ocurre? ¿La vida comienza y luego desencarna? (rayita zigzag) ¿Volvemos al feto desde cierto momento de la vida, aunque nuestro cuerpo siga cayéndose a pedazos, únicamente para volver a la dicha de la vida amniótica luego de un suspiro?
Pero, ¿cómo saber en qué momento nos cambiamos los cristales? Para así llevar en cuenta que nos queda el mismo tiempo del que hemos disfrutado. Estar en el centro de la mitad del medio, como decía un profesor en bachillerato.
¿Ya pasamos el cambio de cristales? ¿Ya nos enviaron a la sede central en Maracaibo y volvemos a empezar de 7 a 10 días hábiles, sólo que ahora en reversa?