Soñé con arenas grises, percudidas, pegajosas. Franelillas y shores rojo desteñido y alpargatas de hule. Playa sórdida y chabacana, con tres pelos debajo de las narices y pantorrillas flacas como ratas.
Tú estabas ahí, desganada, sometida. Me abandonabas copiloteando un carro rojo. ¡Qué contraste! ¡Qué desdén! Tu madre… tu madre te obligaba, pero no le costó mucho, realmente. Yo me quedé en la cola para sacar el dinero. Tu dinero.
Volví a uno de los mesones, de bordes azul marino y centros blanco periódico. Ya estaban sirviendo la pasta y el huevo frito. Busqué una silla entre ruinas de cuatro patas para sentarme en la punta, entre dos famosos desconocidos: tertulia entre claras revueltas y mazacotudas.
"Me dejaste", pensé en coro. Quince veces mientras masticaba te vi alejarte en el bólido rojo, con tu hermano no nacido manejando alegre por la avenida.
Había sol, ¿no? ¡Qué raro! Y matas verdes y floridas. ¡Qué alegre manejaba tu hermano! El cabello largo y dorado se movía junto a los ojos desquiciados, ávidos de velocidad. De lejos me hacías muecas. No hacía falta, ya te ibas, no importaba lo que dijeras. Y tu madre me miraba de soslayo, y yo le contestaba de igual manera.
¡Qué fiesta en la que estoy! ¡Lo que te estás perdiendo! Las mesoneras sirven con gran asco la comida, y nosotros saboreamos el frío y la grasa que salpica y corre por la barbilla. Comida gratis, ¿por qué era gratis? No recuerdo haber pagado.
¿Será que sí pagué?
Sería con tu dinero.
jueves, 21 de enero de 2010
domingo, 17 de enero de 2010
Mea culpa
¿Qué recordamos de la lujuria?
Digo recordamos para aquellos que, luego de años de práctica, creemos poder controlar esa furia que durante la pubertad sentíamos imposible de calmar; ese calor que abrasaba el alma y comsumía los tuétanos.
Claro, aún sentimos ... ehm... ganas... Ese deseo controlable de satifacer sexualmente al cuerpo. Y luego podemos proseguir con nuestra vida diaria.
No tengo nada contra estos deseos carnales esporádicos, de hecho estoy muy a favor de satisfacerlos. ¿Pero dónde está ese escozor infinito? ¿Es acaso culpa de la época en que vivimos? ¿El estrés del racionamiento eléctrico apaga la pasión? ¿Se devalúa el apetito? Quizás resulta como parte de madurar... ¿Madurar es sinónimo de aburrir?
Enigma me viene a la cabeza al pensar en esa vieja lujuria. Corría 1990. Creo que tenía 12 años cuando me regalaron en un intercambio de navidad un cassette de color blanco de este proyecto de música electrónica del rumano Michael Cretu. MCMXC a.D. era el título de ese álbum debut. La primera canción que corría en cinta magnética dentro de mi reproductor Intertron se llamaba Sadeness. Comenzaban unos cantos gregorianos y luego entraba un bajo, un synth, un beat y una flauta (que ahora sé que es una shakuhachi) de último. Pero lo que en realidad producía la calentera corpórea era el susurro orgásmico de Sandra Ann Lauer, una cantante alemana esposa del creador de Enigma, Cretu.
Durante semanas mis siestas consistían en cerrar la cortina, cerrar la puerta y subirle el volumen a mi Intertron, y recostarme en la cama pensando a qué sabría el sudor de Sandra como se mostraba desnuda en el vídeo de la canción, suspirando entre los pasillos del infierno de Rodin.
No creo haber sido el único en sentir esto al oir la respiración entrecortada de Sandra en Sadeness; ésta fue símbolo internacional de pornografía y erotismo. Sabrá Cretu en cuántos largometrajes para adultos sonó esta melodía.
La ola orgásmica no paró con Enigma. La misma Madonna comenzó su cénit pseudo-porno Erotica luego que Cretu hiciera posible el porno-tune. Amistades Peligrosas en 1993 se atrevieron con Me haces tanto bien, y la pegaron... Valga la palabra en todo su sentido.
Creo que de ahí podemos hacer un interruptus y brincar de una vez, valga la palabra en todo su sentido, al reggaetón... ehm... Se me quitaron las ganas de seguir escribiendo.
¡Ah, la vieja lujuria! ¡Qué delicia para los sentidos todos!
¿Mi generación le debe a Cretu un saludo?
¡Yo lo saludo!
Digo recordamos para aquellos que, luego de años de práctica, creemos poder controlar esa furia que durante la pubertad sentíamos imposible de calmar; ese calor que abrasaba el alma y comsumía los tuétanos.
Claro, aún sentimos ... ehm... ganas... Ese deseo controlable de satifacer sexualmente al cuerpo. Y luego podemos proseguir con nuestra vida diaria.
No tengo nada contra estos deseos carnales esporádicos, de hecho estoy muy a favor de satisfacerlos. ¿Pero dónde está ese escozor infinito? ¿Es acaso culpa de la época en que vivimos? ¿El estrés del racionamiento eléctrico apaga la pasión? ¿Se devalúa el apetito? Quizás resulta como parte de madurar... ¿Madurar es sinónimo de aburrir?
Enigma me viene a la cabeza al pensar en esa vieja lujuria. Corría 1990. Creo que tenía 12 años cuando me regalaron en un intercambio de navidad un cassette de color blanco de este proyecto de música electrónica del rumano Michael Cretu. MCMXC a.D. era el título de ese álbum debut. La primera canción que corría en cinta magnética dentro de mi reproductor Intertron se llamaba Sadeness. Comenzaban unos cantos gregorianos y luego entraba un bajo, un synth, un beat y una flauta (que ahora sé que es una shakuhachi) de último. Pero lo que en realidad producía la calentera corpórea era el susurro orgásmico de Sandra Ann Lauer, una cantante alemana esposa del creador de Enigma, Cretu.
Durante semanas mis siestas consistían en cerrar la cortina, cerrar la puerta y subirle el volumen a mi Intertron, y recostarme en la cama pensando a qué sabría el sudor de Sandra como se mostraba desnuda en el vídeo de la canción, suspirando entre los pasillos del infierno de Rodin.
No creo haber sido el único en sentir esto al oir la respiración entrecortada de Sandra en Sadeness; ésta fue símbolo internacional de pornografía y erotismo. Sabrá Cretu en cuántos largometrajes para adultos sonó esta melodía.
La ola orgásmica no paró con Enigma. La misma Madonna comenzó su cénit pseudo-porno Erotica luego que Cretu hiciera posible el porno-tune. Amistades Peligrosas en 1993 se atrevieron con Me haces tanto bien, y la pegaron... Valga la palabra en todo su sentido.
Creo que de ahí podemos hacer un interruptus y brincar de una vez, valga la palabra en todo su sentido, al reggaetón... ehm... Se me quitaron las ganas de seguir escribiendo.
¡Ah, la vieja lujuria! ¡Qué delicia para los sentidos todos!
¿Mi generación le debe a Cretu un saludo?
¡Yo lo saludo!
miércoles, 13 de enero de 2010
LOOOOOOOVE!!! Reign o'er me!
The Who son un grupo magnífico. Pearl Jam, pues, ni se diga. Y sólo Eddie podía llegarle cerca al desgarro gutural de Roger Daltrey, y sólo Mike podía darle homenaje a la pasión de Pete Townshend.
Los seattleros por lo visto no quisieron alterar una pieza única y simplemente regrabaron una versión con sus propios instrumentos y pasión (¡hey, si no está roto no lo arregles!)... Se produjo un Love, Reign o'er Me capaz de erizar una caliza.
Los Who comenzaron en 1964 se podría decir como una banda emo: sus canciones eran sobre las angustias juveniles, lo cual llegó, precisamente, a mover toda esa masa que creció con Elvis y le daba la bienvenida a los Beatles. Pero los Who no eran tan pangola como los Beatles. Se codeaban con los Stones compitiendo por el frenesí imberbe.
En los 1970s comenzó una fiebre por las Óperas Rock, de series completas de acetatos temáticos y musicales con historias tan sorprendentes como un semidios ciego del pinball. Love, Reign o'er Me es parte de una de estas óperas: Quadrophenia, escrita por Townshend. La canción es el desenlace de la historia, donde Jimmy, en una crisis suicida, quisiera ahogarse en la lluvia en vez de enfrentar a su familia, al diarismo, a los problemas, pero al final decide afrontar la vida: MADURAR, según palabras del mismo Townshend.
Pearl Jam, por su lado, calaron en una cultura grunge que emergía de una juventud harta del virtuosismo y el Glam, del transvestismo y las cabezas de murciélago. ¡Yo era uno de esos jóvenes hartos de pasarme horas y horas con la punta de los dedos callados tratando de tocar un sólo mísero riff! Pero todo cambia con Nirvana y Pearl Jam al principio de los 1990s.
Vedder, vocalista de los Pearl, había seguido los pasos de Townshend, quizás sin saberlo, y escribió una mini-ópera de tres canciones antes de saltar a la fama, que a la larga se llamaron Alive, Once y Footsteps. Pero el protagonista de esta "operita" no maduraba al final, como la de Townshend; de hecho se convertía en un asesino en serie y terminaba su vida una sentencia de muerte.
Debo confesar, tristemente, que no conocía ninguna de las dos versiones de Reign o'er Me hasta que ví Reign Over Me, dirigida por Mike Binder y pulcramente protagonizada por Adam Sandler y Don Cheadle.
Es un drama, no te equivoques... De hecho es un drama dramático y lento y pasivo. Pero Sandler ofrece, en mi opinión, los mejores cinco minutos de toda su carrera durante el climax del largometraje de dos horas. De hecho son los cinco mejores minutos de varias carreras de muchos otros actores.
Tanto la canción como la película te llenan de un dolor ajeno nostálgico, pero cálido y esperanzado, si estás con ganas de dejarte llenar.
Traduzco libremente:
Sólo el amor / puede hacer llover / tal como la playa es besada por el mar
Sólo el amor / puede hacer llover / tal como el sudor de los amantes / acostados en el campo
Amor / réiname / llueve sobre mí
Sólo el amor / puede traer la lluvia / que te hace anhelar el cielo
Sólo el amor / puede traer la lluvia / que cae como lágrimas desde lo más alto
Sobre el camino sucio y seco / las noches que pasamos solos y separados / necesito ir a mi casa, a la lluvia fresca
No puedo dormir y acostado pienso / que la noche es caliente y tan negra como la tinta / ¡Oh, Dios! Necesito beber de la lluvia fresca
Los seattleros por lo visto no quisieron alterar una pieza única y simplemente regrabaron una versión con sus propios instrumentos y pasión (¡hey, si no está roto no lo arregles!)... Se produjo un Love, Reign o'er Me capaz de erizar una caliza.
Los Who comenzaron en 1964 se podría decir como una banda emo: sus canciones eran sobre las angustias juveniles, lo cual llegó, precisamente, a mover toda esa masa que creció con Elvis y le daba la bienvenida a los Beatles. Pero los Who no eran tan pangola como los Beatles. Se codeaban con los Stones compitiendo por el frenesí imberbe.
En los 1970s comenzó una fiebre por las Óperas Rock, de series completas de acetatos temáticos y musicales con historias tan sorprendentes como un semidios ciego del pinball. Love, Reign o'er Me es parte de una de estas óperas: Quadrophenia, escrita por Townshend. La canción es el desenlace de la historia, donde Jimmy, en una crisis suicida, quisiera ahogarse en la lluvia en vez de enfrentar a su familia, al diarismo, a los problemas, pero al final decide afrontar la vida: MADURAR, según palabras del mismo Townshend.
Pearl Jam, por su lado, calaron en una cultura grunge que emergía de una juventud harta del virtuosismo y el Glam, del transvestismo y las cabezas de murciélago. ¡Yo era uno de esos jóvenes hartos de pasarme horas y horas con la punta de los dedos callados tratando de tocar un sólo mísero riff! Pero todo cambia con Nirvana y Pearl Jam al principio de los 1990s.
Vedder, vocalista de los Pearl, había seguido los pasos de Townshend, quizás sin saberlo, y escribió una mini-ópera de tres canciones antes de saltar a la fama, que a la larga se llamaron Alive, Once y Footsteps. Pero el protagonista de esta "operita" no maduraba al final, como la de Townshend; de hecho se convertía en un asesino en serie y terminaba su vida una sentencia de muerte.
Debo confesar, tristemente, que no conocía ninguna de las dos versiones de Reign o'er Me hasta que ví Reign Over Me, dirigida por Mike Binder y pulcramente protagonizada por Adam Sandler y Don Cheadle.
Es un drama, no te equivoques... De hecho es un drama dramático y lento y pasivo. Pero Sandler ofrece, en mi opinión, los mejores cinco minutos de toda su carrera durante el climax del largometraje de dos horas. De hecho son los cinco mejores minutos de varias carreras de muchos otros actores.
Tanto la canción como la película te llenan de un dolor ajeno nostálgico, pero cálido y esperanzado, si estás con ganas de dejarte llenar.
Traduzco libremente:
Sólo el amor / puede hacer llover / tal como la playa es besada por el mar
Sólo el amor / puede hacer llover / tal como el sudor de los amantes / acostados en el campo
Amor / réiname / llueve sobre mí
Sólo el amor / puede traer la lluvia / que te hace anhelar el cielo
Sólo el amor / puede traer la lluvia / que cae como lágrimas desde lo más alto
Sobre el camino sucio y seco / las noches que pasamos solos y separados / necesito ir a mi casa, a la lluvia fresca
No puedo dormir y acostado pienso / que la noche es caliente y tan negra como la tinta / ¡Oh, Dios! Necesito beber de la lluvia fresca
lunes, 11 de enero de 2010
Spaceman, beam me up!
Debo aceptarlo...
Debo no tener pena en aceptar el pasado...
"Spaceman" de Babylon Zoo, liderado por un Jas Mann en la britania de los mid-noventas, se quedó grabada y no ha querido salir de mi psique.
Hoy, catorce años luego de ver por primera vez el video en un MTV que valía la pena ver, me dio por buscarla en youtube. Conseguí varias versiones, incluso una que no conocía y me recordó un poco al viejo Korova.
¡Quedé asombrado al recordar la letra de una canción que no escuchaba desde hace más de una década! No es nada del otro mundo, ni la letra, ni la música, ni la banda, de hecho luego de eso no lograron más nada.
Quizás era por falta de un Faith No More decente que me había dejado con ganas de más Small Victories o Caffeine, que le brinqué al primer pseudo-indie que apareciera en el mago de la cara de vidrio.
Se había acabado una época de metal duro y poderoso, liderado por un Metallica joven y vicioso que podía reventarle las tripas a San Diego o un Sepultura que se levantó bajo un cielo pálido y gris...
Fin de varias épocas, en todo caso; bachillerato es mencionable, pero el fin de la adolescencia nunca es fácil de asir, en especial si la has pasado tan bien. Buscas por todos los medios mantenerte en ella: creas bandas de rock como una Enola Gray o los Kill the Neighbor para suplir una carencia decibélica en el cerebro; rumbas universitarias, para saber que el cuerpo aguanta y creer que lo hará toda la vida (para cortar la fantasía, ahora es casi medianoche y no veo el momento de terminar esto para meterme a mi cama a pasar la gripe).
Mis recuerdos están estancados entre 1991 y 1998... Son pre-Matrix, prodría decirse. ¡Qué película tan arrecha! No hay otro adjetivo capaz de describirla mejor. Lo siento de verdad mucho por la gente de Columbine, pero en línea general creo que todos salían del cine queriendo hacer algo similar.
Antes de esa había otra, ya va... ¡CLARO! ¡MORTAL KOMBAAAT! (favor insertar música techno changosa), pero, aunque esa también te dejaba con ganas de entrarle a golpes a todomundo, nadie en realidad creyó que podría ser Goro y "fatalear" a nadie en medio del colegio (cosa contraria pasó con Matrix, lamentablemente).
Así que "Spaceman" marcó el inicio del fin de una época dorada en la música global, el principio del declive de mi adolescencia y, sobretodo, fue una de las primeras canciones que tocaba completa en mi guitarra cromañón.
¿Eso sin contar que propició Matrix, Mortal Kombat y la muerte musical de Metallica y Sepultura?
Debo no tener pena en aceptar el pasado...
"Spaceman" de Babylon Zoo, liderado por un Jas Mann en la britania de los mid-noventas, se quedó grabada y no ha querido salir de mi psique.
Hoy, catorce años luego de ver por primera vez el video en un MTV que valía la pena ver, me dio por buscarla en youtube. Conseguí varias versiones, incluso una que no conocía y me recordó un poco al viejo Korova.
¡Quedé asombrado al recordar la letra de una canción que no escuchaba desde hace más de una década! No es nada del otro mundo, ni la letra, ni la música, ni la banda, de hecho luego de eso no lograron más nada.
Quizás era por falta de un Faith No More decente que me había dejado con ganas de más Small Victories o Caffeine, que le brinqué al primer pseudo-indie que apareciera en el mago de la cara de vidrio.
Se había acabado una época de metal duro y poderoso, liderado por un Metallica joven y vicioso que podía reventarle las tripas a San Diego o un Sepultura que se levantó bajo un cielo pálido y gris...
Fin de varias épocas, en todo caso; bachillerato es mencionable, pero el fin de la adolescencia nunca es fácil de asir, en especial si la has pasado tan bien. Buscas por todos los medios mantenerte en ella: creas bandas de rock como una Enola Gray o los Kill the Neighbor para suplir una carencia decibélica en el cerebro; rumbas universitarias, para saber que el cuerpo aguanta y creer que lo hará toda la vida (para cortar la fantasía, ahora es casi medianoche y no veo el momento de terminar esto para meterme a mi cama a pasar la gripe).
Mis recuerdos están estancados entre 1991 y 1998... Son pre-Matrix, prodría decirse. ¡Qué película tan arrecha! No hay otro adjetivo capaz de describirla mejor. Lo siento de verdad mucho por la gente de Columbine, pero en línea general creo que todos salían del cine queriendo hacer algo similar.
Antes de esa había otra, ya va... ¡CLARO! ¡MORTAL KOMBAAAT! (favor insertar música techno changosa), pero, aunque esa también te dejaba con ganas de entrarle a golpes a todomundo, nadie en realidad creyó que podría ser Goro y "fatalear" a nadie en medio del colegio (cosa contraria pasó con Matrix, lamentablemente).
Así que "Spaceman" marcó el inicio del fin de una época dorada en la música global, el principio del declive de mi adolescencia y, sobretodo, fue una de las primeras canciones que tocaba completa en mi guitarra cromañón.
¿Eso sin contar que propició Matrix, Mortal Kombat y la muerte musical de Metallica y Sepultura?
Etiquetas:
babylon zoo,
época dorada de la música global,
metal
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